martes, 10 de noviembre de 2015

Sempiter-no.


Escribo lento porque tengo mucha prisa,
porque llego tarde a decir todo lo que en estos momentos te diría.

Que igual que odié al tiempo por sacar alas cuando estaba a tu lado
y volar
hoy lo maldigo por dejarme tirada en la calle y haberse arrancado élas pilas para no avanzar
y no a mí el corazón.


Amé cada noche que me escondí entre tus costillas
y esos ojos casi verdes-azules-marrones que me acunaban antes de abrir los míos cada día.

Pero soy de las que opina que las almas no pueden estar partidas
¿y sí mis dientes?

He dejado de excusarte
y te he maldecido como a las matemáticas
por cómo me engañaron enseñándome que 1 + 1 era igual a 2
para que luego tú me mostraras que era equivalente a 3
                        4
                                   7
           100
noches en vela,
y ni una pizca de luz.
Nada que me ilumine
que me arranque esta cruz.

Aún así te escribo desde lo más profundo de mi corazón:
que ojalá te quieran






pero que te quieran mal y que sólo quede de ti el polvo,
ese que una vez me echaste y que hecha mierda tuve que barrer.
Que te destrocen de tal forma que algún día te tengan que reconstruir,
con la esperanza de que en esa segunda oportunidad
te recompongas siendo
una
mejor
persona.



lunes, 9 de noviembre de 2015

Siempre es un sí que no acaba nunca.


Cada día me levanto pensando en todo lo que tuve y de pronto perdí.
No me quedan notas musicales a las que agarrarme cuando todo aprieta
y camino descalza por si así coincido con algunas de tus huellas.
Sólo dejo rastros de vida por donde paso y no tengo guantes con los que asfixiar mis manos, heladas,
del tiempo que hace desde que decidiste dejar de acariciarme.

Creo en las hadas que escriben mensajes a las cuatro de la mañana
consiguiendo que no se me peguen las pestañas cuando dejo de llorar y quedan secas.
Estoy segura que me mantuve demasiado poco en pie para todas las heridas que llevo en las rodillas
de tanto arrastrarme mendigando tu piel.

Algunos piensan que mis recuerdos están perpetuos en otra
y me insultan diciendo que he dejado de escribir sobre la tuya cambiándote por aquella
que sólo me subió al séptimo cielo
para después dejarme caer
empujándome al vacío que hoy llena este alma que ya no es mía.

Siento un desdén hacia mi propia respiración
y me levanto escribiendo cartas de (des)amor a mis pulmones que dicen:

A ver si en estos días tan feos os volvéis un poco más guapos.”

Ni caso. Siguen queriendo sobrevivir a base del “boca a boca” que pronuncia cualquiera y ninguno deja tu sabor.

Mientras tanto aquí todo sigue igual:
todas las noches pienso en lo que podría haber sido de nosotros
recordando cómo jugábamos a estas altas horas de la mañana.
Que en vez de clavarnos las agujas del reloj
las utilizábamos para cosernos las cicatrices que otros crearon.
Y el corazón me tensa el pecho advirtiendo que no puede más con esta situación
que cada segundo que pasa siendo engañado por mí le crea desesperación;
y amenaza con que no quiere el resto de días así, que él también sabe huir
y si no cambio de actitud no podrá salvarme.

Y yo, que no escucho a nadie, que no te cambio por nadie
que no me conformo con alguien
simplemente respondo:
"Tú cállate y late."


Hasta que el cuerpo aguante.


domingo, 1 de noviembre de 2015

Old souls.


Se me han congelado las pestañas de tanto mirarme rota sin parpadear.
Aquella tarde lucía una sonrisa y unas flores preciosas que jamás me regalaste tú. 
Había prometido bajarte la luna 365 veces en un año y acabé subiéndome yo 
ella me quería mía  
y tú me tachaste de infiel por eso.

Tengo un miedo oculto que me obstaculiza el andar en mis piernas. Tiene tu movimiento de caderas con una canción cerda de fondo y mis pasos escurridizos intentando seguir el ritmo de tu respiración.
Yo sólo le tenía miedo a que tuvieras miedo conmigo, y a que no creyeras en mi miedo sin ti.

Hasta que un día te fuiste y quedé aterrorizada e inmóvil bajo este techo con menos agujeros de los que hay en mi pecho izquierdo; desde entonces todos los días llueve y estoy tan mojada que no se me distinguen las lágrimas que creaste
por eso te excusas y te declaras inocente.


Cogí un papel liso del color de mis ojos húmedos.
Lo arrugué tanto como a nuestros recuerdos
y escribí con la sangre de mis pánicos diciendo:

Prometo amarme y respetarme siempre
en la luz y en la oscuridad
en la alegría y en la tristeza
en la paz y en la guerra
en todas mis miserias
en todas las luchas internas
cada suspiro
cada impaciencia
todos los días de mi vida

DISPARADME EN LA SIEN
SI NO LO CUMPLO.
Amen(me).

como tú nunca supiste.