lunes, 2 de mayo de 2016

Apellido



El día en que mi madre mató a mi padre
fue el Domingo que decidió dejar de morir.
Fue el día que rompió con la rutina del frío y el agua dejó de temblar
como nosotras.

El día en que mi madre mató a mi padre las luces de emergencia se desactivaron y todas las alarmas dejaron de sonar. Mis fantasmas se convirtieron en humanos bondadosos que me regalaban golosinas sin acidez.

¿Sabéis eso que se siente cuando ya no sientes nada?
Yo tampoco. Por eso de siempre que me tocan las cicatrices que me ha dejado, siguen escociendo.


El día en que mi madre decidió matar a mi padre mis costillas se empezaron a recomponer a golpes
que le devolví.
En su funeral no habían flores porque nadie echaba de menos su vida.




Es de mala educación premiar con color a un daltónico que se cosió los ojos para no mostrar su alma.

jueves, 7 de abril de 2016

(Des)enamoramientos


Me miraba como se miran las estrellas en cualquier noche de verano sobre la montaña más alta. Como si no existiera un mañana; como aquella manzana con la que te juegas el paraíso pero te vale la pena comer.

Me quería más que a un cachorro encontrado en la cuneta por un amante de los animales.
Siempre por delante de los minutos de una alarma a punto de sonar.

Mezclamos los conceptos sin sentido, consintiéndonos todo, como nuestra saliba. Y no es suficiente mi sonrisa cuando el silencio empieza a despertar. 

Como cuando te aplasta la rutina y no tienes ya tiempo para escapar.

miércoles, 10 de febrero de 2016

Bajo el mismo cielo.


Hacía un sol precioso aquel día, lo recuerdo como si fuera ayer.
Quizá sea porque así fue, o quizá porque no dejo de pensar en mis mañanas sin olvidar el pasado.

Quiero que sepas que no me arrepiento de nada. Todavía no te conozco, pero tienes las pestañas más bonitas que me han acariciado en mi vida. Buceo en esos ojos azules que se clavan como el mar en las rocas, pero no duele.
No dueles.

Eres ese cactus que no puedo dejar que muera de sed, pero aún así siempre que le abrazo me hace daño
sin querer
me quieres.

Estoy aquí sentada mientras veo cómo duermes, estás tan a gusto que tienes la almohada empapada y joder cómo la entiendo.

Nos pasamos media vida buscándonos en otras bocas y sólo conseguimos partirnos los dientes en cada despedida. Me rehabilitaría las veces que hicieran falta con tal de que así me sonrías como sólo tú haces cuando nadie más mira, entonces me coges por la cintura y me sacas a bailar. Yo que sólo soy un desastre natural que se empeña en parecer artificial... Yo, que si de normal ando a ciegas, imagina el descontrol de mis tobillos cuando me tocas.

Sin querer, te quiero;
y tú, queriendo, amas todos mis monstruos y me dejo de asustar.


martes, 19 de enero de 2016

Los Martes que no te debo.


Huele a purpurina nada más abro los ojos e intento buscar dónde,
me deslumbran todos los colores de tu piel y no consigo perderme en lo más oscuro
no dejas de iluminar por todos los rincones de mis marcas de guerra fría.

A ti no sabes cuánto te quería
y cuánto estaría dispuesta ahora a dar por borrar todas y cada una de las caricias con las que me arañaste en lo más profundo del alma.

Miro sus fotos y veo su felicidad con esa sonrisa tan bonita,
tan vacía
tan
NADA
que no tiendo a envidiar.

Y tú
 que no eres a quien nombraba antes, 
mas te gustaría, sin acento, no lo dudo
la persona más oscura que he conocido, por dentro, de corazón; y por fuera, en cada mechón
no tengo nada que envidiarle a la primavera desde que te fuiste, porque todos los días tengo girasoles que me hacen evitar seguirte. Bailan a mi alrededor, como si yo fuera la que les da lo que necesitan para vivir. Qué absurdo.
Y tú qué bonito eres, joder.


Pero sí te diré algo
Cobarde es tu apellido desde el día en que tomaste por primera vez aire
contaminado.

Camino con cuidado en cada paso que doy para no tropezarme de nuevo con semejante piedra tan afilada.
Me has decepcionado
cómo decirte, que no te debo ningún Martes ya, ni mucho menos los Sábados. 

Sinceramente creí que eras diferente, ¿por qué no hacerlo? 
Quizá porque tú ya me advertiste de que no.

Ilusa
yo.
Muy puta
tú.

Bienvenida si esto era lo que querías leer
Bienvenida si tu ego necesitaba saber que este minuto tan absurdo te lo dedico a ti
lleno de toda la mierda que podría decirte a la cara
pero tú evitas.

Finalmente gracias:
a día de hoy estoy más fuerte y feliz
y tú cada vez más lejos.