martes, 19 de enero de 2016

Los Martes que no te debo.


Huele a purpurina nada más abro los ojos e intento buscar dónde,
me deslumbran todos los colores de tu piel y no consigo perderme en lo más oscuro
no dejas de iluminar por todos los rincones de mis marcas de guerra fría.

A ti no sabes cuánto te quería
y cuánto estaría dispuesta ahora a dar por borrar todas y cada una de las caricias con las que me arañaste en lo más profundo del alma.

Miro sus fotos y veo su felicidad con esa sonrisa tan bonita,
tan vacía
tan
NADA
que no tiendo a envidiar.

Y tú
 que no eres a quien nombraba antes, 
mas te gustaría, sin acento, no lo dudo
la persona más oscura que he conocido, por dentro, de corazón; y por fuera, en cada mechón
no tengo nada que envidiarle a la primavera desde que te fuiste, porque todos los días tengo girasoles que me hacen evitar seguirte. Bailan a mi alrededor, como si yo fuera la que les da lo que necesitan para vivir. Qué absurdo.
Y tú qué bonito eres, joder.


Pero sí te diré algo
Cobarde es tu apellido desde el día en que tomaste por primera vez aire
contaminado.

Camino con cuidado en cada paso que doy para no tropezarme de nuevo con semejante piedra tan afilada.
Me has decepcionado
cómo decirte, que no te debo ningún Martes ya, ni mucho menos los Sábados. 

Sinceramente creí que eras diferente, ¿por qué no hacerlo? 
Quizá porque tú ya me advertiste de que no.

Ilusa
yo.
Muy puta
tú.

Bienvenida si esto era lo que querías leer
Bienvenida si tu ego necesitaba saber que este minuto tan absurdo te lo dedico a ti
lleno de toda la mierda que podría decirte a la cara
pero tú evitas.

Finalmente gracias:
a día de hoy estoy más fuerte y feliz
y tú cada vez más lejos. 

No hay comentarios:

Publicar un comentario