Me
descuido adrede mientras paseo descalza sobre tu espalda con la yema
de mis dedos para así fingir no enamorarme.
Es
ese paseo con todo el tiempo del mundo entre tu boca y la mía lo que
me invita a gritar que te quiero
ahora
y siempre.
No
puedo no poder mirarte, este grito escondido cada día se asoma un
poquito más de la cuenta que creí dejar pendiente en historias
sin-sentido.
Ilumíname
las entrañas con la lengua y cura con tu saliva las heridas de
otros.
Eres
magia
eres
vida
la
mía, intacta toda ésta creyendo que no te encontraría jamás.
Y
es que seduce mis mejillas como quien baila al compás de los
círculos que crean las agujas de mi caja torácica, buscando
constantemente distancia de seguridad para asegurarse de no ser
partida en mil trozos (más).
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