Hacía
ya demasiados días que no dormía entre las sombras porque el brillo
de unos ojos no permitían que oscureciera.
Parecía
llover en cada beso de despedida, pero siempre con un arco iris
desperezándose sonriente entre las sombras de aquellas amapolas que
me dejaron llenas de polvo.
Tú
siempre prometes volver
y
lo cumples.
Felicidades.
Te he esperado media vida y no necesito más envoltorios que me
corten las yemas de los dedos al intentar romperlos para ver qué
esconden. Te quiero por completo
y
a mí misma a medias.
Rómpelas
con
arañazos de noche y caricias cada día
de
nuestra vida.
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