Escribo
lento porque tengo mucha prisa,
porque
llego tarde a decir todo lo que en estos momentos te diría.
Que
igual que odié al tiempo por sacar alas cuando estaba a tu lado
y
volar
hoy
lo maldigo por dejarme tirada en la calle y haberse arrancado él las
pilas para no avanzar
y no a mí el corazón.
Amé
cada noche que me escondí entre tus costillas
y
esos ojos casi verdes-azules-marrones que me acunaban antes de abrir
los míos cada día.
Pero
soy de las que opina que las almas no pueden estar partidas
¿y
sí mis dientes?
He
dejado de excusarte
y
te he maldecido como a las matemáticas
por
cómo me engañaron enseñándome que 1 + 1 era igual a 2
para
que luego tú me mostraras que era equivalente a 3
4
7
100
noches
en vela,
y
ni una pizca de luz.
Nada
que me ilumine
que
me arranque esta cruz.
Aún
así te escribo desde lo más profundo de mi corazón:
que
ojalá te quieran
pero
que te quieran mal y que sólo quede de ti el polvo,
ese
que una vez me echaste y que hecha mierda tuve que barrer.
Que te destrocen de tal forma que algún día te tengan que reconstruir,
Que te destrocen de tal forma que algún día te tengan que reconstruir,
con
la esperanza de que en esa segunda oportunidad
te
recompongas siendo
una
mejor
persona.
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