Se
me han congelado las pestañas de tanto mirarme rota sin parpadear.
Aquella tarde lucía
una sonrisa y unas flores preciosas que jamás me regalaste tú.
Había prometido bajarte la luna 365 veces en un año y acabé subiéndome yo
ella me
quería mía
y
tú me tachaste de infiel por eso.
Tengo
un miedo oculto que me obstaculiza el andar en mis piernas. Tiene tu
movimiento de caderas con una canción cerda de fondo y mis pasos
escurridizos intentando seguir el ritmo de tu respiración.
Yo
sólo le tenía miedo a que tuvieras miedo conmigo, y a que no creyeras en
mi miedo sin ti.
Hasta
que un día te fuiste y quedé aterrorizada e inmóvil bajo este
techo con menos agujeros de los que hay en mi pecho izquierdo; desde
entonces todos los días llueve y estoy tan mojada que no se me
distinguen las lágrimas que creaste
por
eso te excusas y te declaras inocente.
Cogí
un papel liso del color de mis ojos húmedos.
Lo
arrugué tanto como a nuestros recuerdos
y
escribí con la sangre de mis pánicos diciendo:
Prometo
amarme y respetarme siempre
en
la luz y en la oscuridad
en
la alegría y en la tristeza
en
la paz y en la guerra
en
todas mis miserias
en
todas las luchas internas
cada
suspiro
cada impaciencia
todos
los días de mi vida
Amen(me).
como
tú nunca supiste.
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