Hoy
había decidido empezar de menos cero para no tener ni una sola
pequeña oportunidad de reencontrarme contigo, y de nuevo he fallado.
Hubo
un tiempo no muy lejano en el que creí en la magia cuando me
presentaste a tus besos. Los llamé “Abracadabra” por el
encantamiento que en mí creaban y dejé de creérmela cuando al
llamarte en una de mis peores noches:
desapareciste.
Desde
que te empecé a olvidar nunca más la había nombrado.
Y hoy, ha sido uno de mis peores días, cuando me han descosido el hombro
derecho y he dejado de apoyarme en alguien; ni siquiera en mí. Pero
mi mente te ha pronunciado y has aparecido, sin permiso, sin previo
aviso
para
sujetarme.
Me
has reconstruido todos los lugares que un día destrocé para olvidar
de dónde vengo, y todo ha dejado de arder. Me mirabas como si
cualquiera fuera inexistente excepto yo, y en un chasquido has
detenido todos los putos relojes encendiendo nuestro tiempo en una
cafetería que ya no vende café. Que se rinde a tus pies para así
olerte a ti cada mañana y no a él recién hecho. Para hacértelo
largo
y lento.
Juraban
lluvia todas las bocas que se creen profetas del cielo
y
se han ido todos a la mierda junto a las nubes cuando me has sonreído
por verme de nuevo.
No
quiero noches de invierno si no tengo el calor de tus mejillas
No
quiero mil almas si la mía se parte por ti
No
quiero todos los vestidos de este mundo; sino que me desnudes los días que me quedan
No
quiero todas las promesas cumplidas de cualquier boca sincera
porque
me estaré engañando a mí misma sin ti
Porque
los
niños no habían nacido cuando yo corría a tu lado. Ahora son ellos
los que corren y gritan mientras que yo he muerto.
Quiero
todo eso que hace la música que sienta cuando la escucho. Pero
contigo.
“Que
seas tú, en mis siete vidas.”
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