Tengo
tantos sentimientos como puñales
y
para el caso (que me haces)
me acaban sirviendo para lo mismo.
También
muy poquitas flores para lo mucho que he muerto
por
cada uno de sus ojos, ahora ciegos y podridos de poder.
Suponía
que esta ruleta de la suerte no iba a tener balas que disparar
porque
con tanta vida que me prometías era imposible creer morir.
(No
te fíes de quien te promete la vida, porque desde el principio te
engaña haciéndote olvidar que tarde o temprano: morirás.)
Soy
el momento más bonito de la tuya y he pasado sin saludar.
Te
lo mereces. Te mereces no merecerme.
Porque
al igual que yo, tantas otras, tantos otros: no
saben con quién se están metiendo. Eres una droga demasiado selecta
con tan poquita piedad que ni se te ve venir.
Y
mucho menos irte.
Después
de todo esto, tanto era el dolor que dije:
"Y
mañana será otro día" — pero
esa noche, murió.
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