jueves, 1 de octubre de 2015

Principio del fin.



Tengo un marco de fotos vacío y nadie a quien llevarme a la boca.
Joder, qué loca – estarán pensando – mientras yo me sueno el ojo izquierdo de tanto reír.

Es Jueves y el sol ha decidido venir a visitarme. 
Traía un ramo de flores y ni se ha atrevido a llamar a mi puerta por si le rechazaba: directamente ha entrado.


Promete escribirme de Lunes a Domingo sin prisa pero sin pausa. Y dice que valgo mucho más que cualquier material nuevo por fuera y extraviado de aquí a unos años por dentro
como yo actualmente.


Pero confía en todo esto que estoy viviendo, me grita que tengo demasiados miedos para lo poco que me miro al espejo. Que si lo hiciera más a menudo nadie tendría que bajarme la luna, porque ella misma se pondría a mis pies.

Tengo esa clase de lenguaje que nadie entiende, pero que todos se empeñan en traducir
(para después deshacerme y dejarme muda.)



Nadie dijo que fuera a ser fácil. Ni difícil.
Ni bien. Ni mal.
Nadie dijo nada, porque nunca nadie supo nada
de ti conmigo, de mí sin ti.


Pero también diré que ni el cielo es tan azul, ni todo es tan negro desde que te fuiste; y que se podría decir que desde que he decidido sonreír, todos los días parecen Viernes de cualquier semana agotadora.
Y que nos quejamos mucho de estar heridos de amor.

Joder, con lo bonito que es estar herido de eso, y no de la puta guerra.


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