Tengo un marco de fotos vacío y nadie a quien llevarme a la boca.
Joder,
qué loca – estarán pensando – mientras yo me sueno el ojo
izquierdo de tanto reír.
Es
Jueves y el sol ha decidido venir a visitarme.
Traía un ramo de flores y ni se ha atrevido a llamar a mi puerta por si le rechazaba: directamente ha entrado.
Traía un ramo de flores y ni se ha atrevido a llamar a mi puerta por si le rechazaba: directamente ha entrado.
Promete
escribirme de Lunes a Domingo sin prisa pero sin pausa. Y dice que
valgo mucho más que cualquier material nuevo por fuera y extraviado
de aquí a unos años por dentro
como yo actualmente.
Pero
confía en todo esto que estoy viviendo, me grita que tengo
demasiados miedos para lo poco que me miro al espejo. Que si lo
hiciera más a menudo nadie tendría que bajarme la luna, porque ella misma se
pondría a mis pies.
Tengo
esa clase de lenguaje que nadie entiende, pero que todos se empeñan
en traducir
(para
después deshacerme y dejarme muda.)
Nadie
dijo que fuera a ser fácil. Ni difícil.
Ni
bien. Ni mal.
Nadie
dijo nada, porque nunca nadie supo nada
de ti conmigo, de mí sin ti.
Pero
también diré que ni el cielo es tan azul, ni todo es tan negro
desde que te fuiste; y que se podría decir que desde que he decidido
sonreír, todos los días parecen Viernes de cualquier semana
agotadora.
Y que nos quejamos mucho de estar heridos de amor.
Joder, con lo bonito que es estar herido de eso, y no de la puta guerra.
No hay comentarios:
Publicar un comentario