lunes, 28 de septiembre de 2015

NO ME HAGAS REÍR, QUE LLORO.



Acuérdate de todas las partidas ganadas
justo antes de perder(te).

No quería pensar en los milagros y de repente apareciste,
como quien hace magia de trucos en los que después al volver a la realidad
no existe.

Mi corazón dice que está cansado de latir, ni siquiera él le encuentra sentimiento a todo esto.


He dejado de buscar en mi interior porque las larvas ya empiezan a estar a la vista 
        - y dañan - 
pero siempre con más tacto de lo que lo hacías tú.


Quizás corrimos demasiado para caer en este precipicio llamado calendario
que nos ata y desata de nuevo a su merced cuando le viene en gana.


Aún así, méceme despacio que tengo mucha prisa en crecer. Pero háblame bajito
no quiero asustarme otra vez
de esos golpes escurridizos que me daban los médicos al nacer.


Desde entonces no creo en los chistes, los malos siempre fueron mejor
que cualquier carcajada tuya
(sin mí.)

Y gracias por tanta lágrima
ojalá hubieran sido de tanto dolerme las costillas al reír.


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