Podría
decir que desde que ha decidido regresar todos los días son Viernes.
Que
siempre tengo la oportunidad de echar a correr lo más lejos que me
lleve su coche
o mi
sueño
(contigo).
Quisiera
que me enseñaran a rezar sólo para pedir que nunca se me escape, que
pueda cuidar lo que un día alguien dejó escapar por preferir ser imbécil
porque
no creo que exista otra razón que esa: imbécil si le dejas ir.
Y desde
entonces sólo deseo que caiga la noche para dormir
pensando
que al día siguiente despertaré de nuevo a su lado.
Pero se
marcha una vez más.
Se
marcha... y ni siquiera está mirando hacia atrás.
Quizá
nunca debí ser fiel,
ni
regalarle rosas en invierno junto a un café recién hecho.
Quizá
sus caderas se habrían perdido por mí si no las hubiera acercado
tantas
veces a las mías.
Creo
que es Martes 13 de cualquier mes en cualquier año bisiesto
más
que visto.
¿Pero
tú dónde te escondes? Hace tiempo que no te encuentro.
Cargo
el móvil todos los días al máximo y nunca se agota la batería
(por lo
poco que me escribes).
Supongo
que ya no piensas en mí
que te
pasean por mejores prados que mis sábanas.
Y eso
sí que es una putada más grande que ver vuestras fotos sonriendo
sin mí,
contigo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario