Siento
el frío en las pestañas y mis párpados no dejan de querer estar
cerrados
como
todos los locales que visitábamos de niños.
Estoy jodida, y el tiempo se empeña en clavarme las agujas del reloj por la espalda,
como
si no supiera yo esquivar esas traiciones.
Aprendí por ti.
Están lloviendo corazones y se cuelan en las alcantarillas que algún día visitaré.
Tenías
razón, iba a echarte de menos
como
quien echa de menos cargar su móvil cuando le queda un 3% de vida y
espera la llamada de su amante para oír un "te quiero", sin
argumento alguno.
Te
echo de menos como el otoño echa de menos el color de sus hojas
hijas.
Quiéreme suavemente, que me duelen las entrañas de tanto llorar en despedidas que prometían futuros con perdices.
Tranquilízame
esta noche que todos mis monstruos se han vuelto en mi contra y ya no
me quedan sacos con los que convencerlos para que se acurruquen de
nuevo conmigo.
Te has marchado y el tiempo se ha parado para no dejarme avanzar
dice
que no piensa acompañarme más, porque yo le dí la espalda a él
queriendo detenerlo sólo por desear estar siempre a tu lado.
Y esto es lo único que soy capaz de decir,
sonrisas
rotas que ya no pueden ser arregladas si no es con cualquier implante
de mierda
creyéndonos
así que volverá a brillar como si pudiera reemplazar la de verdad.
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